Esta es una reflexión que la llevo cargando mucho tiempo y creo que debería soltarla o se me va a convertir en un quiste que no podría quitarme de encima. En esta nueva era tecnológica han aparecido muchos trabajos que hace 10 años siquiera existían. ¿Quién iba a pensar por ejemplo que el redactar un blog en internet siquiera podría ser un trabajo? ¿Llevar redes sociales de una empresa, estudios de mercado por las palabras más utilizadas en un buscador…? Y, a veces, se hacen previsiones de cómo va a ser el futuro y la tecnología cambia todo el paradigma. Se me viene a la cabeza cuando antes de la invención del coche el mayor problema era la producción de estiércol que producía un caballo, el cual era el medio de transporte más común antes.
La cuestión es que, aparte de estos nuevos trabajos, los trabajos que no han desaparecido siguen siendo prácticamente iguales. Sobre todo aquellos relacionados con la construcción: el albañil sigue siendo el que hace los muros de ladrillo, el fontanero sigue siendo el que pone las tuberías, el escayolista… Eso si, el fontanero ya no pone las cañerías de plomo sino de cobre y PVC, pero ya me entendéis. Algo han evolucionado en su manera de trabajar pero no en su papel. El arquitecto tampoco.
El arquitecto puede que sea uno de los oficios más antiguos que existan. Los arquitectos se han encargado siempre de la elaboración y la supervisión de proyectos. Los métodos han cambiado, eso seguro. Muchos procedimientos actuales se han convertido en una compleja maraña de cálculos matemáticos que se relacionan entre sí. En el cálculo de las estructuras de hormigón, por ejemplo, se debe realizar una comprobación de cada barra de acero, de su resistencia a los momentos negativos y positivos, a que carga se va a someter… y eso por poner unas pocas cosas que hay que tener en cuenta. Antes se elaboraba un sencillo cálculo de aquella parte más desfavorable y se aplicaba al resto de la obra. Y esto es así en todo: instalaciones, salubridad, protección contra incendios…
Recuerdo que el arquitecto Fernando Garrido en una ponencia dijo que antiguamente (hace unos 40 años más o menos) para calcular su obra se sentaba en su mesa y con hacer unas pocas operaciones matemáticas sabía si lo que iba a hacer no se iba a caer. A día de hoy, para cumplir con la normativa, esto no bastaría.
La mayor diferencia entre el trabajo del arquitecto en su momento y ahora es en cómo se distribuye su tiempo. Antes un sólo arquitecto podía llevar el rol del que elaboraba los planos, las implicaciones de su proyecto, el cumplimiento de las necesidades, todos los cálculos necesarios… Y en la construcción pasa lo mismo. Antes un albañil te hacía todos los trabajos. Hoy nos encontramos con que cada punto que comento se ha convertido en una especialidad. Existen diseñadores Feng Shui, ingenieros medioambientales, calculistas de estructuras, ingenieros especializados en la protección contra incendios, empresas de seguridad y salud, especialistas en ruido, especialistas en impermeabilizaciones, especialistas en colocación de cerámica de gran formato… Todos los aspectos de una obra se han llevado a la especialización extrema.
El arquitecto ha dejado de ser el que era. Para lo bueno y lo malo. Podríamos decir que el arquitecto era como aquel profesor que parecía tener todas las respuestas. En realidad podía no saberlo todo y podía equivocarse pero era de todos los presentes el que decidía sobre todo lo que se hacía. Ahora el arquitecto es la conexión entre todas las especializaciones. Es el conocedor de todo y sabio de nada. Marca las directrices de cómo se va a realizar el proyecto. Conoce lo suficiente como para saber a dónde quiere ir, qué quiere hacer y persigue ese camino, pero apoyado por aquellos profesionales que conocen mejor que él las soluciones más específicas.
Por esto creo que el arquitecto sigue siendo más necesario que nunca. En un mundo en el que las especializaciones son cada vez más demandadas hace falta gente que a través de la inventiva genere ejes de conexión entre todos los profesionales. Eso a día de hoy es un arquitecto.